¿Cómo guío a mi corazón?

Hoy en día está muy de moda todo lo relacionado al feeling. Nos dicen, “que tu corazón decida” y mucha gente se mueve al ritmo de lo que dicte su corazón. Anteriormente publiqué un artículo sobre esto que se llamó “No sigas a tu corazón” en el fondo, lo importante no es seguir al corazón, sino guiarlo. Kendrick, en su libro “EL desafío del amor” comentaba al respecto lo siguiente: “No debes permitir que tus sentimientos y emociones te conduzcan. Colócalos en el asiento trasero y diles adónde irás.” Esto aplica perfectamente a cualquier situación, desde el enfoque matrimonial, en el cual podemos decir “Hoy no siento amor por mi esposa y por ende no la amo”, hasta el profesional. “Hoy siento que no me gusta mi trabajo, y por ende, me buscaré otro”.

Mal haríamos en tomar una decisión en base a tan frío e irresponsable análisis. La pregunta entonces es ¿Cómo guío a mi corazón? Dejaré nuevamente que Kendrick nos responda aplicando la respuesta al matrimonio: “En primer lugar, es necesario que comprendas que tu corazón está donde se encuentra tu tesoro. Tu corazón se volcará a lo que le dediques tiempo, dinero y energía. Esto era cierto antes de casarte. Escribías cartas, comprabas regalos y pasaban tiempo juntos como pareja, y tu corazón iba detrás. Cuando dejaste de invertir tanto en la relación y comenzaste a dedicarte a otras cosas, tu corazón te siguió. Si hoy no estás enamorado de tu cónyuge, quizá se deba a que ayer tu interés dejó de estar allí.

Examina tu corazón. Una de las claves para guiar con éxito tu corazón es estar permanentemente consciente de dónde se encuentra. ¿Sabes en dónde está tu corazón en este momento? Puedes darte cuenta si observas en qué has invertido tu tiempo durante el último mes, adónde ha ido tu dinero y los temas de los que hablas constantemente.

Haz una inversión de corazón. No esperes a tener ganas de hacer lo correcto. No esperes a sentirte enamorado de tu cónyuge para invertir en la relación. Comienza a volcarte a tu matrimonio y a invertir en donde tu corazón tiene que estar. Pasa tiempo con tu cónyuge. Compra regalos. Escribe cartas. Hagan una cita a solas. Cuanto más inviertas, tu corazón valorará más la relación.

Aprender a ver el amor desde otra perspectiva

Hoy les traigo otro resumen de uno de los capítulos del libro “El desafío del amor” de Kendrick. “Somos sumamente rápidos para justificar nuestras intenciones; sumamente rápidos para desviar la crítica; sumamente rápidos para criticar.., en especial a nuestro cónyuge, a quien es siempre más fácil culpar.

En general, creemos que nuestra opinión es la correcta, o al menos, mucho más correcta que la de nuestro cónyuge. Y creemos que dadas las mismas circunstancias, cualquiera  haría lo mismo en nuestro lugar. En lo que a nosotros respecta, hacemos lo mejor que podemos. Y nuestro cónyuge debería estar agradecido de que seamos tan buenos con él.

Por eso, la próxima vez que estés en medio de una discusión con tu cónyuge, en lugar de mejorar tus respuestas, detente a ver si hay algo que valga la pena escuchar en lo que tu cónyuge dice. ¿Qué sucedería en tu relación si en lugar de culpar al otro, admitieras primero tus propios errores?

El objetivo de comprender a tu cónyuge es escucharlo, no decirle lo que piensas. El amor es responsable y está dispuesto a admitir y a corregir sus defectos y sus errores con franqueza. ¿Te haces responsable de esta persona a la cual elegiste como el amor de tu vida? ¿Buscas en forma intencional cubrir las necesidades de tu cónyuge? ¿O sólo te preocupa que él cubra las tuyas? El amor nos llama a hacernos responsables de nuestro compañero en el matrimonio. A amarlo. A honrarlo. A valorarlo.

Quizá pase un tiempo hasta que se cree en ti un verdadero corazón arrepentido. El orgullo se resiste mucho a la responsabilidad, pero la humildad y la sinceridad ante Dios y hacia tu cónyuge son cruciales para una relación saludable.

¿Tu cónyuge puede decir que lo has ofendido o herido de alguna manera y que nunca le pediste perdón? En parte, hacerse responsable es admitir cuando fracasas y pedir perdón. Es hora de humillarte, corregir tus ofensas y reparar el daño. Es un acto de amor. El problema es que para hacerlo con sinceridad debes tragarte el orgullo y buscar el perdón sin importar cómo responda tu cónyuge. Debería perdonarte, pero tu responsabilidad no depende de su decisión. Admitir tus errores es tu responsabilidad. Si te ha ofendido, él tendrá que lidiar con eso en otro momento.

Pídele a Dios que te muestre en dónde has fracasado en tu responsabilidad, y arregla las cosas con Él primero. Cuando lo hayas hecho, es necesario que resuelvas los problemas con tu cónyuge.

El amor procura comprender

Cuando un hombre intenta ganar el corazón de una mujer, la estudia. Descubre lo que le gusta, lo que no le gusta, sus hábitos y sus pasatiempos; pero una vez que gana su corazón y se casa, a menudo deja de descubrir cosas sobre ella. El misterio y el desafío de conocerla parecen menos intrigantes, y sus intereses comienzan a desviarse hacia otras áreas.

  • ¿Sabes cuáles son sus mayores esperanzas y sus sueños?
  • ¿Comprendes bien cómo prefiere dar y recibir amor?
  • ¿Conoces los mayores temores de tu cónyuge y por qué lucha con ellos?

Quizá podrías comenzar con preguntártelo e intentar contestarlo para trazar algunas acciones concretas que te ayuden a mejorar.”

No sigas a tu corazón

Me permití resumir y a la vez transcribir textualmente partes de uno de los capítulos del libro “Desafío del amor” de Kendrick, un gran escritor sobre temas de familia, que me ayudaron mucho y que estoy seguro los ayudará: “Una de las cuestiones más importantes que deberías aprender en este viaje que el amor te desafía es que no puedes simplemente seguir tu corazón. Debes guiarlo. No debes permitir que tus sentimientos y emociones te conduzcan. Debes colocarlos en el asiento trasero y decirles adónde irás.

En tu relación matrimonial, no siempre tendrás deseos de amar. Es poco realista esperar que tu corazón se estremezca al pensar en pasar cada momento con tu cónyuge. Nadie puede mantener un deseo ardiente de unión que depende solo de los sentimientos; pero también es difícil amar a alguien sólo por obligación.

En otras palabras, el amor que decide amar tiene el mismo poder que el amor que tiene deseos de amar. En muchos aspectos, es un amor más verdadero porque tiene los ojos bien abiertos.

En cambio, es hora de guiar tu corazón una vez más a que se deleite en tu cónyuge. Disfruta de tu cónyuge. Toma la mano de tu esposa y busca su compañía. Desea conversar con tu esposo. Recuerda por qué te enamoraste de su personalidad. Acepta a esta persona (con sus peculiaridades y todo) y vuelve a recibirla con los brazos abiertos en tu corazón. Una vez más, puedes elegir lo que atesoras. Tus preferencias no vienen programadas de nacimiento ni estás destinado a actuar de acuerdo a ellas. Si eres irritable, es porque decides serlo.

Lo cierto es que si alguna vez te deleitaste (y sí lo hiciste cuando te casaste) puedes volver a hacerlo. No importa si ha pasado mucho tiempo. No importa si han sucedido muchas cosas que cambiaron tu percepción.

Tienes la responsabilidad de volver a encontrar lo que amas de esta persona a la que te has prometido para siempre.

No obstante, cuando tus intentos de honra no son correspondidos, debes honrar igualmente. El amor se atreve a hacerlo; a decir: “Valoraré nuestra relación por sobre todas las demás. El mayor sacrificio que esté dispuesto a hacer, lo haré por ti. Con todos tus fracasos, tus pecados, tus errores y tus defectos (pasados y presentes) igual decido amarte y honrarte”. Así se crea una atmósfera para reavivar el amor. Así guías tu corazón a volver a amar de verdad a tu cónyuge.”

Consejos para mejorar tu matrimonio

A continuación un resumen de uno de los artículos de Pasquale Ionata, experta a nivel mundial en temas de matrimonio.

“Entre los múltiples motivos que pueden provocar crisis en un matrimonio están:

  1. Expectativas exageradas: a veces esperamos y pretendemos demasiado del otro, pidiendo cosas que bastarían para hacer huir a todos nuestros amigos si nos mostráramos con ellos tan exigentes.
  2. Deseo de cambiar al otro: al parecer, la mayor parte de los casados empiezan a hacerlo al poco de casarse y se empeñan en modelar a la pareja según sus categorías. Y se lucha y se pelea por culpa de las mismas cualidades que nos habían hecho escoger a la otra persona. Pero cuando nos percatamos de que él o ella tienen intención de hacernos cambiar, protestamos y nos rebelamos. Sentimos que no somos aceptados por lo que somos, y, por consiguiente, nos resultará imposible poder amar con ternura y autenticidad.
  3. Cuando faltan las pequeñas muestras de amor: descuidar las pequeñas atenciones cotidianas una vez casados, cosas que durante el noviazgo eran la regla: detalles, palabras dulces, muestras concretas de afecto, mimos, caricias, etc.
  4. Cuando no se tiene tiempo para estar juntos: los matrimonios entran en crisis porque no tienen tiempo para estar juntos, para mirarse a la cara, para hablarse, para salir juntos ellos solos. Nada podrá sustituir nunca el tiempo de estar juntos. Ni el dinero, ni los nuevos electrodomésticos, ni las joyas, ni las pieles, ni una casa más bonita, ni una cuenta bancaria más abultada, etc. podrán sustituir el tiempo pasado juntos escuchándose, amándose, compartiéndolo, etc..

 

Pero aparte de las causas de crisis, de las causas psíquicas que crean conflictos conyugales, hay que preguntarse: ¿cuáles son los síntomas más frecuentes de la crisis conyugal, los signos que nos dicen que estamos en crisis?

 

– Dificultad creciente de comunicar o, peor, no hablar nada durante días enteros.

 

– Nos limitamos a existir uno junto al otro, aplastado cada uno por una enorme soledad que nos lleva a la idea de la incompatibilidad y de que no vale la pena hacer nada para superar esa crisis: «¡Somos incompatibles, y basta!» 

 

– Por último, no olvidemos que un gran sufrimiento es buena señal en la pareja, porque mientras logremos «sufrir» significa que todavía queremos al otro, y hay un hilo de esperanza. El amor está muerto y sepultado cuando ya nada nos importa.

Indicaré ahora algunos atributos del amor incondicional que merecen ser subrayados y sobre todo meditados por el lector:

 

1) «Renunciar a querer tener siempre razón». Es la única, inagotable fuente de problemas y de ruptura de relaciones: la necesidad de decirle al otro que se ha equivocado o, si se prefiere, la necesidad de tener siempre razón, de decir siempre la última palabra, de demostrar al otro que no sabe lo que dice, de imponerse como superior. Una pareja sana es una relación entre iguales: ninguno de los dos ha de sentirse equivocado. No existe un modo «acertado» o un argumento «vencedor»: cada uno tiene derecho a tener su punto de vista. Antes de negarle la razón al otro, hemos de poder detenernos a hablar con nosotros mismos y decirnos simplemente: «Sé lo que pienso sobre este tema y sé que su opinión no coincide con la mía, pero no importa. Basta que yo lo sepa dentro de mí; no es necesario quitarle la razón».

2) «Borrar la idea de posesión». Tratemos de gozar el uno del otro, no de poseernos mutuamente. Nadie quiere ser dominado. A nadie le gusta sentirse propiedad privada de otro, ni sujeto ni controlado. Todos nosotros tenemos en la vida una misión que cumplir, que resulta obstaculizada cada vez que otro ser humano intenta entrometerse. Querer poseer a los demás es, sin duda, el obstáculo mayor en la toma de conciencia de la propia misión.

 

Recordemos que dos están juntos no para entenderse, sino para ofrecerse ayuda mutua y realizar su misión de mejorar. Y una grandísima aportación a todo esto es el llamado «arte de la conversación», un arte que tiene cinco reglas: sintonizar el canal del otro; mostrar que estamos escuchando; no interrumpir; preguntar con perspicacia; tener diplomacia y tacto.

 

De estas reglas me parece importante detenernos en la escucha porque, parecerá raro, pero las parejas en crisis no saben escuchar; y en mi actividad profesional tengo que trabajar a menudo sobre cómo reactivar la atención y poner el acento en el proceso de escucha, pidiendo a cada uno que se concentre no en las palabras que se dicen sino en otra cosa. ¿Qué oye. por ejemplo. en la voz del que habla? ¿Está bien calibrada y suave. o es dura y agresiva? Lo mismo con el tono y la inflexión: ¿llana, metálica, monótona o excitada y contagiosa? A veces nos sorprendemos de mensajes totalmente nuevos o diferentes con respecto a las acostumbradas comunicaciones familiares, que se captan cuando uno deja de escuchar las palabras y presta atención a otros aspectos. Una actitud típica de la falta de escucha se tiene cuando se usan las siguientes palabras: «Sí,… pero». «si al menos…».

El amor causa una buena impresión

Kudrick comentaba en su libro que el amor causa una buena impresión. Esta semana les tragio un resumen de uno de sus capítulos sobre la importancia de un buen saludo en el matrimonio. «Esto plantea una pregunta interesante. ¿Cómo saludas a tus amigos, a tus compañeros de trabajo y a tus vecinos? ¿Y a tus conocidos y a los que encuentras en público?

Es probable que no pienses en esto muy a menudo: en lo primero que le dices a tu pareja al despertar por la mañana, en la expresión de tu rostro cuando entras al auto, en la energía de tu voz cuando hablas por teléfono; pero aquí tienes otra cuestión que probablemente no te detengas a considerar: lo distinto que sería el día de tu cónyuge si expresaras con todo tu ser lo feliz que estás de verlo.

Cuando alguien comunica que está feliz de verte, aumenta tu autoestima. Te sientes importante y valorado porque un buen saludo crea un marco para una interacción positiva y saludable. Al igual que el amor, te impulsa a seguir adelante.

¿Qué clase de saludos harían que tu pareja se sintiera de esa manera? ¿Cómo podrías despertar sus distintos sentidos con una simple palabra, un toque o un tono de voz? Un saludo amoroso puede bendecir a tu cónyuge por medio de lo que ve, escucha y siente.

Piensa en las oportunidades que tienen de saludarse regularmente. Cuando llegas a casa. Cuando se encuentran a almorzar. Cuando se dan las buenas noches. Cuando hablan por teléfono.

Piensa en tu forma de saludar. ¿La usas bien? ¿Tu cónyuge se siente valorado y apreciado? ¿Se siente amado? Aun si no se están llevando muy bien, puedes disminuir la tensión y otorgarle valor por tu modo en que lo saludas.

De todas las cosas que el amor se atreve a hacer, el hecho de hacerlo perdurar es la mayor de todas. Aunque se ve amenazado, sigue adelante. Aunque se ve desafiado, sigue avanzando. Aunque lo maltratan y lo rechazan, se niega a darse por vencido.»

A quererse siempre!

Esta semana me enviaron un pequeño video de matrimonios que realmente me gustó bastante. Muy sencillo pero que da algunas pautas básicas. Nos recuerda que el secreto de la felicidad conyugal está en el día a día, no en las grandes ilusiones. Está en encontrar esa alegría escondida que da el despertarse cada día, el regreso del trabajo, el trato cariñoso con tu esposo (a) o los hijos; en el trabajo diario, en el buen humor ante las dificultades, que hay que afrontar con fuerza y tranquilidad.

Nos recuerda la importancia de quererse siempre, con ese amor ilusionado del noviazgo. Hay muchos que piensan que el amor se acaba cuando empiezan las penas y los contratiempos, que la vida lleva siempre consigo. Es entonces cuando el cariño  verdadero debe salir a flote. Los problemas y discusiones no son capaces de hundir el verdadero amor. Para ello adjunto también el resumen de una película que vi hace unos meses que me pareció buenasa que es Fireproof (A prueba de fuego).

El primer video, de 4 minutos y muy simpático ya que está hecho por la Pixar y es de su reciente película UP que creo que ganó un Oscar: http://www.youtube.com/watch?v=JY6JTvz8Djs&feature=related . Luego de verlo, vean también el de la película Prueba de fuego http://www.youtube.com/watch?v=013HEQkcHWI&feature=related

Un matrimonio feliz y para siempre, ¿Cuál es la clave?

matrimonio-felizEsta semana tuve la suerte de asistir a una Conferencia cuyo tema principal fue “Un matrimonio feliz y para siempre, ¿Cuál es la clave?”. Un título bastante sugerente y que me hubiese parecido uno más del montón, sin embargo, al enterarme de que lo dictaba Tomás Melendo, no dudé en asistir. El Dr. Melendo es Doctor en Filosofía, Master y Doctor en Ciencias de la Educación por la Universidad de Navarra. Experto conferencista a nivel mundial sobre temas de familia. Era su primera vez en el Perú. A continuación un resumen de su conferencia.

 Uno de los temas que más me llamó la atención de su exposición es que uno tiene tiempo para aquello que le da importancia, y si no es así, claramente hay algo que está caminando mal en el día a día. Me vino como anillo al dedo, en estos tiempos en los que reconozco que por la empresa he descuidado mis labores en la casa. Cuando tenemos más trabajo es cuando tenemos que tener nuestra escala de valores más clara. Y es que aquello a lo que uno le presta atención es lo que se multiplica. Obviamente en tiempos de crisis, la empresa también necesita una atención y un esfuerzo especial. Es cuestión de encontrar un equilibrio.

 ¿Cómo hacer para amar más a tu esposa, con grandes discursos? No, con el trato más cariñoso del día a día. Una buena sugerencia es descubrir sólo lo positivo que hay en nuestras esposas por un mes.

 La fidelidad no es conservar el amor de novios, es empeñarse en amar cada día un poco más al otro y se concreta en cada día tener un detalle especial, aunque sea pequeño, de cariño. Muchos se ilusionan con el amor de enamorados y piensan que al casarse la mecha estará igual de prendida, y la verdad, los que estamos casados lo sabemos, es que no es así. El amor madura, ya no ves estrellitas, sin embargo, es un amor que da paso al cerebro y no se centra únicamente en el corazón, en el feeling del momento, pero no por ello disminuye, al contrario, madura y crece. El matrimonio es el inicio de un gran amor, no el final, como muchos piensan.

 Mencionaba también Tomás Melendo, que el amor no es siempre dulce, es a veces recio, lo que importa es que ambos crezcan. Se puede medir la capacidad de amar a tu familia en la medida que la hagas sufrir siempre y cuando este sufrimiento sea por su bien. Un amor es verdadero cuando busca el bien del otro. Lo importante es que el otro quiera sacar de ti, tu mejor tu.

 Finalmente, concluyó que la clave para que un matrimonio sea feliz es obsesionarse en hacer feliz al otro. Dedicar toda la energía a amar a la otra persona. Para eso lo primero que hay que hacer es capacitarse para amar de esa manera, leyendo libros adecuados, poniéndose metas concretas y claras sobre detalles de cariño, y sobre todo haciendo un seguimiento de las mismas cada semana, para que no sean flor de un día.

 Otras recomendaciones finales que dio:

  • Poner el bien de los demás por delante del mío.
  • Construir entre ambos un amor de más kilates “No sabrás todo lo que valgo hasta que pueda dar junto a ti todo lo que soy.”
  • Aprender a disfrutar al máximo las cosas del matrimonio (disfrutar haciendo el bien)
  • En el plano humano lo más importante de mi vida es orientar el amor hacia mi esposa.
  • Abrirse a las consecuencias maravillosas del amor, no tener miedo a quererse cada día más.
  • Ser siempre novios, en el sentido de mantener los detalles que uno tenía cuando era novio.

Te amaré toda la vida….con la condición de que no tengas defectos (Segunda Parte)

Va la segunda parte del artículo de la semana pasada.

Claves para construir una parparejas-raraseja feliz

Una vez que sabemos las causas y aquello que contamina el matrimonio, es necesario comentar como solucionarlo. Dejaré que sean expertos a nivel mundial como Tomás Melendo, Alberto Vásquez, Aníbal Cuevas y Enrique Rojas, los que se encarguen de dar las recomendaciones.

 

          Cuando pelean, saber pelear, lo mejor es como los chinos, que ganan las peleas sin pelear, pero sino se puede, decir todo claramente siempre y cuando no se hiera ni se ofenda, atacar el hecho y no a la persona. Es peor no pelear porque se explota.

          Si se dice algo ofensivo o injusto retirarlo inmediatamente, reconocer defectos y errores.

          Permitirle al cónyuge llegar hasta el final antes de responder

          Centrarse en un tema concreto para no traer hechos del pasado y/o la lista de agravios.

          Hablar suprimiendo frases como “Siempre haces…”, Nunca me dices, Todos tus amigos…”

          Solos pueden discutir, delante de terceros ya no.

          Los problemas se calman no con un grito, sino con una caricia.

          Cuando uno no quiere, dos no pelean.

          Crecer en virtudes, enfocarse en las principales para que el matrimonio funcione: humildad, paciencia, servicio, perseverancia, fidelidad y alegría.

          Aceptar al otro tal cual es y quererle con sus defectos.

          Hablar sin miedo sobre aquello que molesta del otro y el modo de superarlo.

          Hablar después de un pleito, no cerrar las heridas en falso.

          El matrimonio debe cultivarse día tras día, el enemigo mas insidioso es la rutina. El amor se nutre de multitud de pequeños gestos y atenciones.

          Si la relación con Dios es buena, por ende la relación con los esposos será también buena.

          Hablar sobre lo que va bien y lo que podría ir mejor.

          Conocer el equilibrio entre los sentimientos y la razón. Al principio todo es sentimiento, emoción y varía conforme el paso de los años.

          No hay matrimonio feliz sin sacrificio mutuo. Pero no es un buen principio esperar que sea el otro el que empiece. Pon amor y encontrarás amor.

          Tres días a la semana quedarnos media hora a hablar, sin televisión, antes de irnos a la cama.

          Incidir siempre en la parte afectiva, un beso puede darse de mil maneras, esa agarrada de mano, ese abrir la puerta.

          Los días rosas, “Dime lo que te gusta que te voy a dedicar un día”, no es mas que engreír al cónyuge y cumplir todo lo que le gusta.

          Pedir sinceramente al otro que nos explique su pensamiento. Nos sitúa en una condición óptima para contrastar objetivamente su deseo de fondo y provoca en el otro la actitud de apertura.

          Cambiar uno mismo como invitación para que el otro modifique su conducta. El principio es el siguiente: si quieres cambiar al otro, cambia tu primero en algo. Siempre existe algo en el tono de la voz, en el modo de recriminar, en el de presentar el problema, en el que uno puede mejorar. Basta que lo hagamos para que la otra persona también adopte esa actitud de inmediato y cambie.

          Cuando las parejas se pelean, se establece una progresión: primero, perciben que han sido agraviados de alguna manera, segundo, se enojan; después se sienten impulsados a atacar, y por último, atacan. Es posible interrumpir esta secuencia en cualquier etapa.

 

Buscando la FELICIDAD en el matrimonio

 

Uno de los errores más extendidos acerca del matrimonio es casarse para ser feliz. Y es que la felicidad no se consigue empeñándose en ser feliz, sino procurando que lo sean los demás. Ya lo decía Kierkegaard: “Curiosamente, la puerta de la felicidad no se abre hacia dentro, quien se empeña en empujar en ese sentido sólo consigue cerrarla con más fuerza. Se abre hacia fuera, hacia los otros”.

 

La experiencia enseña con creces que cuando uno se siente triste, es cuando más necesita pensar en los demás, ya que muchas de las causas de la tristeza están relacionadas a enfocarse en uno mismo y ver su propia realidad sin tener en cuenta la de las demás. Muchos problemas de “crisis” en el matrimonio sólo existen en la cabeza de quien los piensa que al no tener un dominio de su imaginación, provoca que realmente contaminen el matrimonio.

 

Uno de los mejores escritores actuales sobre estos temas, Javier Vidal Quadras, nos dice en su libro, Después de amar te amaré, que empeñarse en la propia felicidad es billete seguro a la frustración, a la depresión. La felicidad, es como el sueño en una noche de insomnio: cuanto más se concentra uno en conseguirlo,  más esquivo se hace. Sin embargo, si, como dicen los especialistas en sueño, uno  se olvida, se levanta, lee…entonces es más probable que el sueño acuda. Amar a los demás requiere esfuerzo. Pero es un esfuerzo muy bien remunerado: olvidarnos de nuestra felicidad tiene como recompensa esa misma felicidad: ¿Una extravagancia de la naturaleza humana? Por el momento, un dato de la experiencia.

 

Las personas más felices son las que pueden controlarse a sí mismas, que están preparadas para afrontar los problemas de la vida y sacar provecho de ellos. Lo confirman diversos estudios, hace poco leí uno en que indicaban que ante una crisis matrimonial, quienes deciden luchar y seguir adelante son mucho más felices que quienes decidieron divorciarse.

 

La felicidad que proporciona el saberse querido, la realización de una buena obra o el éxito  de una actividad que costó mucho esfuerzo superan con creces la felicidad “material” del tener, y además se alarga en el tiempo.

 

La conclusión final es que uno no va al matrimonio para ser feliz, sino para hacer feliz al otro. Se trata de esforzarse cada día. Quien renuncie al esfuerzo ha firmado la sentencia de muerte de su matrimonio. Con la conciencia tranquila de saber que estamos dando todo lo que esté a nuestro alcance y lo que no para mejorar en nuestra familia y en nuestro trabajo, la alegría está asegurada, pase lo que pase. Se trata de luchar, no de vencer siempre. Sólo pierde el que no da todo lo que lleva dentro.

Claves para crecer como matrimonio

22516_y490Si, yo se que este título suena medio trillado, y que probablemente existan 1 millón de libros con títulos como éste, claves para ser feliz, secretos para tener éxito, y demás, y la verdad que están muy devaluados, porque la gente no es tonta, ya no creen en eso. Y entonces, sabiendo esto, ¿por qué insisto en ponerle un título así a este artículo? Pues porque hay unos poquísimos que merecen este título, y éste es uno de ellos, entonces, por qué no darle el reconocimiento que se merece?

 

Estas claves no han sido producto de mi imaginación, ni de la de cualquier pseudo gurú en matrimonios, sino que es el resultado de un profundo estudio en el que participaron una cantidad enorme de matrimonios, además que viene con el sello del IESE, la mejor escuela de negocios del mundo según el ranking de The Economist del año pasado.

 

Su autor es uno de sus profesores que es Gerardo Castillo y son justamente las conclusiones de su reciente libro publicado con el mismo nombre. Son las siguientes:

 

  1. Renovar el amor: Sorprender a la persona amada, introducir novedades. Luchar contra el acostumbramiento y la rutina. Saber que la  rutina es el principal enemigo de la vida conyugal, más que el egoísmo.
  2. Actualizar el amor de entrega: Lucha constante por seguir dándose sin reservas.
  3. Construir el amor de cada día: Esforzarse para amar más, para volver a empezar, para mantener la ilusión y ternura.
  4. Dar afecto y ternura: Expresar los sentimientos.
  5. Compartir: Practicar de modo permanente en la vida del otro sabiendo hacerlo con tacto, prudencia, compartir experiencias, estar al lado del otro cuando lo necesita.
  6. Adaptarse al otro: A su forma de ser y a sus costumbres, sin pretender cambiarle, quererle con sus virtudes y defectos, aprender a vivir con las diferencias.
  7. Elaborar conjuntamente proyectos laborales en labores comunes, seguir miando los dos en la misma dirección.
  8. Mantener el respeto mutuo de palabra y obra, cuidar los modales y la cortesía, nuestro aprecio.
  9. Encontrar un tiempo para estar juntos y a solas cada día, tiempo para hablar de todo.

 

El próximo Lunes continuará la segunda parte.

Más allá del sí, te quiero

Ayer terminé de leer el libro de Anibal Cuevas, “Más allá del sí, te quiero”, el cual habla sobre como salir adelante en el matrimonio. Pasaré a presentarles algunas frases que me parecieron muy buenas:

 

Nos bombardean continuamente con anuncios de series de televisión, las revistas y tantos otros frentes con la idea de que el hombre tiene derecho a la felicidad y que ésta pasa por satisfacer todos los deseos evitando lo que cuesta. Mensajes publicitarios tales como te lo mereces, date el gusto, date un capricho, hacen mella en el subconsciente y terminan condicionando la situación de muchas personas que huyen del esfuerzo como de la peste. Sin embargo, la grandeza del hombre se sitúa precisamente en su poder para comprometerse libremente en el matrimonio y llevar a término lo asumido, aunque esto requiera esfuerzo.

 

Nuestra sociedad, tan dada al bienestar y el sentimentalismo, ha reducido el amor a mero sentimiento y ha aplicado esta idea al matrimonio: en la medida que siento amo. Pareciera que la prueba del “algodón” del amor matrimonial fuera estar continuamente sintiendo cosquilleo en el estómago. Resulta curioso que ese sentimiento imprescindible para el amor matrimonial no lo sea para el amor a los hijos o a los padres. Cualquier padre o madre afirmaría que quiere a sus hijos a pesar de los problemas que les puedan plantear.

 

En el matrimonio, el éxito comienza teniendo claro que es más importante el proyecto común que el interés personal. Hoy en día esto no se entiende muy bien porque lo que suele primar es lo segundo. Ese éxito supone renuncia personal, esfuerzo y dedicación. Personas que son capaces de dedicar horas y horas al trabajo, no lo son de dedicárselo al matrimonio. El matrimonio no ocupa un lugar tan destacado en su vida, o en todo caso piensan que lo ocupará después. En estos casos las personas dejan de ser felices y no disfrutan su matrimonio porque pasan por alto todos los beneficios que les puede dar. No se dan cuenta de que para disfrutar algo hace falta vivirlo bien

 

Es bueno ser sociables en el matrimonio, aquellos que no tienen proyectos ni inquietudes sociales y que no cultivan la amistad con otros, están llamados a la autocontemplación, y por tanto, a la infelicidad. Además suele generar aburrimiento y situaciones conflictivas.

 

Diversos estudios indican que ante una crisis matrimonial, quienes deciden luchar y seguir adelante son mucho más felices que quienes decidieron divorciarse. Quienes se empeñan y ponen los medios por mantener aquello que crearon y por lo que se comprometieron sólo suelen necesitar la determinación de seguir adelante y en ocasiones una ayuda externa para conseguirlo.

 

La pregunta que nos puede acercar al éxito en el matrimonio ante una crisis es ¿Qué estoy haciendo yo para salvar mi matrimonio?

 

Es muy afortunado quien se ha casado con la mujer a quien amaba pero lo es más quien ama a la mujer con que está casado.

 

Pueden ver más información en su blog: www.anibalcuevas.blogs.com